Educación emocional en tiempos digitales
Lunes, 19 de octubre de 2020
Lunes, 19 de octubre de 2020
Son tiempos difíciles los actuales, con la aparición del COVID-19. Pero si algo hemos aprendido en esta época compleja es que los humanos somos tremendamente flexibles, resilientes y sociales. Nuestra capacidad de adaptación a lo novedoso es extraordinaria, siendo capaces de soportar las adversidades que nos plantea la vida y salir fortalecidos de las mismas. Todo ello en un contexto de necesidad colectiva. La flexibilidad, la resiliencia y la cooperación constituyen pilares básicos de los buenos programas de educación emocional, los cuales afectan al desarrollo integral de las personas y contribuyen al bienestar personal y social. Los estudios longitudinales demuestran que los estudiantes de cualquier etapa educativa que participan en este tipo de programas sistemáticos manifiestan menos problemas de disciplina, están más motivados para el estudio, obtienen mejores resultados académicos, muestran actitudes más positivas y mejoran sus relaciones. Y las investigaciones recientes en el campo de la neurociencia demuestran que las emociones son imprescindibles en los procesos de razonamiento y toma de decisiones, constituyen la base de la curiosidad y la atención y, en definitiva, son determinantes en los procesos de aprendizaje.
Por otra parte, la educación emocional está directamente vinculada a las funciones ejecutivas del cerebro. Estas habilidades, relacionadas con la gestión de las emociones, la atención y la memoria, nos permiten el control cognitivo y conductual necesario para planificar y tomar decisiones adecuadas. Una especie de sistema rector que coordina las acciones y que facilita la realización eficiente de las tareas, sobre todo cuando son novedosas o presentan una mayor complejidad. Estas funciones ejecutivas son fundamentales para el desarrollo académico y personal del alumnado y parece que se pueden trabajar muy bien a través de un enfoque global que va más allá de lo cognitivo, es decir, atendiendo las necesidades físicas, sociales y emocionales de todos los estudiantes. De ahí la importancia de las estrategias que suministran los buenos programas de educación emocional, pero también del juego, el arte, el deporte, etc. Aunque también se ha testado con éxito software lúdico para trabajar de forma específica las funciones ejecutivas básicas: control inhibitorio, memoria de trabajo y flexibilidad cognitiva.
Como bien sabe el colectivo docente, que está realizando en los tiempos actuales un enorme esfuerzo por normalizar una situación tan compleja como la actual, la tecnología ni es la salvación ni es la perdición de la educación, simplemente se ha de considerar como una herramienta pedagógica que puede y debe ser muy útil si se usa como conviene y en plena consonancia con los objetivos de aprendizaje identificados. Y aunque, evidentemente, los humanos somos seres sociales que necesitamos la interacción directa, también en un entorno online se pueden adaptar las buenas estrategias que utilizamos en los contextos presenciales. Por ejemplo, clarificar los objetivos de aprendizaje y los criterios de éxito para alcanzarlos, identificar los conocimientos previos del alumnado, generar vínculo en el grupo y entornos positivos en el aprendizaje, crear dinámicas de interacción activa, fomentar la cooperación, diversificar la evaluación, etc. Sin olvidar la pregunta crítica con la que tendríamos que empezar cada día: “¿Cómo te sientes?” Porque lo más importante en la educación son las personas. Y las personas somos diferentes y convivimos de esa forma en la vida y también en la escuela, por supuesto. Una escuela que acepta con naturalidad esta diversidad no es una escuela convencional que incorpora alumnos con necesidades específicas o con discapacidades, porque no existe el «cerebro normal», sino aquella en la que conviven y aprenden con todo su potencial personas diferentes, sean cuales sean sus diferencias, sin excepción.
No somos responsables de los problemas que nos surgen, pero sí de cómo los afrontamos. El esfuerzo de adaptación a la nueva situación pensando en la colectividad nos hace salir reforzados y esa debería ser la esencia de la educación: un aprendizaje desde, en y para la vida.
Este artículo ha sido escrito por Jesús Guillén para el Blog del Concurso ONCE. Miembro de la cátedra de neuroeducación UB-Edu1st. Profesor en los posgrados y máster de neuroeducación de la Universidad de Barcelona y de la diplomatura Neurociencias y emociones en el aprendizaje de la Universidad Nacional Villa María de Argentina, entre otros. Aunque en la actualidad trabaja con adultos, tiene muchos años de experiencia en la enseñanza de las ciencias en casi todas las etapas educativas. Creador del blog pionero en España sobre neuroeducación "Escuela con Cerebro", que tiene más de seis millones de visitas, autor del libro Neuroeducación en el aula. De la teoría a la práctica y coautor de Neuromitos en educación. El aprendizaje desde la neurociencia, entre otros. Colabora en distintas publicaciones, como la revista Cuadernos de Pedagogía, de la que es miembro del Consejo Asesor.
Jesús impartirá el webinar “Emoción en el aprendizaje digital” el 28 de octubre de 2020 de 17:00 a 18:00.