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Cómo identificar señales de soledad en el aula

Martes, 22 de octubre de 2024

Artículo sobre los signos que pueden indicar que un niño o adolescente está experimentando soledad, como el aislamiento, la falta de participación en actividades grupales o cambios en el comportamiento

Como demuestra el último ‘Estudio sobre juventud y soledad no deseada en España’ realizado por el Observatorio SoledadES y promovido por la Fundación ONCE, la soledad no deseada es un problema social que afecta especialmente a la juventud, con una prevalencia del 25,5%.

Aunque la soledad es una experiencia subjetiva, se puede definir como una sensación de aislamiento emocional, social o físico, que puede ser temporal o persistente. Si es crónica o muy intensa, puede tener consecuencias negativas para la salud mental y física; sobre todo en etapas vitales como la infancia o la adolescencia, en las que estamos formando nuestra personalidad.

Los sentimientos de soledad pueden darse de forma habitual en la infancia y a menudo en la adolescencia se acentúan. Existen señales que pueden ayudar a padres y docentes a detectarla y así actuar a tiempo para evitar periodos largos o intensos de malestar en los más jóvenes.

En primer lugar, aunque sea algo evidente, hemos de fijarnos en niños y niñas que hayan pasado por grandes cambios. Si son estudiantes que acaban de llegar al centro educativo o son nuevos/as en la ciudad, es muy probable que estén en una situación más vulnerable y que necesiten del apoyo de todo el entorno escolar para integrarse. Esta situación se acentúa aún más si no hablan bien el idioma, o si tienen alguna discapacidad o dificultades de aprendizaje, por lo que es recomendable estar muy atentos de sus demandas y necesidades para que el proceso de integración y socialización sea exitoso.

Pero, además estos casos, en cualquier momento se pueden dar las circunstancias para que un niño o adolescente se sienta solo, y es importante como docentes saber identificar las señales de alerta.

  • A la hora de hacer tareas en grupo o en pareja, observar si hay niños/as que siempre se quedan fuera o no son elegidos. Las implicaciones negativas de la soledad provienen no tanto de tener momentos de soledad como de la percepción de sentirse aislado e ignorado.
  • Niños que parecen estar a un ‘nivel diferente’ de sus compañeros. Como sabemos, en un mismo aula pueden convivir niños y niñas que, pese a tener las mismas edades, están a un nivel de desarrollo socioemocional muy diferente. Para aquellos más precoces o para los que van más lento, esto puede derivar en dificultades a la hora de relacionarse con sus compañeros/as; y por tanto, sentirse más aislados/as.
  • Por razones obvias, los niños o niños que sufren o han sufrido acoso escolar sufren a menudo de soledad no deseada y sentimientos de aislamiento. Es muy importante aprender como docentes a detectar los casos de bullying, además de trabajar la educación emocional con todo el aula para que sus compañeros/as se sientan implicados y no miren hacia otro lado ante esta situación. Por supuesto, como docentes debemos estar presentes para dar el apoyo emocional necesario a las víctimas. El aislamiento será menor si sienten que hay figuras de referencia que les apoyan y con las que pueden hablar.
  • Cambios repentinos de carácter: A veces, podemos encontrar alumnos/as que siempre han mostrado una actitud alegre, activa y participativa, y que, en un corto periodo de tiempo empiezan a mostrar señales de apatía, tristeza y aislamiento del grupo. Puede ser que, en lugar de no tener amigos/as, ya no quieran estar ellos/as o hacer las cosas que alguna vez disfrutaron; pero esto no significa que no se sientan solos. Si detectamos actitudes como estas que se alargan en el tiempo, es importante empezar por dialogar con sus familias para detectar si se han dado cambios personales que puedan estar influyendo en su comportamiento, y también mostrarle al niño o a la niña que pueden contar con nosotros siempre que lo necesiten.

Mostrar que nos preocupamos y que estamos ahí para las personas que lo necesitan es el comienzo de una conexión que, para aquellos que se sienten solos, puede suponer la ruptura de su aislamiento y un alivio para su malestar.

Además, si conseguimos crear una conciencia de grupo en el aula, todos los estudiantes sentirán que tienen su lugar en el grupo y por tanto, una responsabilidad emocional y social con sus iguales. De este modo, es más difícil que entre ellos mismos dejen que nadie se sienta solo/a o quede excluido/a.

Te animamos a que promuevas que tu aula sea un espacio de diálogo, donde niños, niñas y adolescentes puedan expresar sus emociones y sentimientos. En el material didáctico de esta 41ª Edición encontrarás herramientas para llevar a cabo dinámicas de educación emocional que os ayudarán a todos y a todas a estar más conectados/as. ¡Así todos/as podremos contar siempre con un equipo!

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